Fiesta en la Santa Sede
- Fuente: Diario de Yucatán
- 30 jun 2017
- 3 Min. de lectura
Recibe el símbolo de unión con el papado de Roma.

CIUDAD DEL VATICANO (Notimex).— En la fiesta de los santos patronos de Roma, Pedro y Pablo, el papa Francisco entregó ayer la indumentaria litúrgica del Palio al arzobispo mexicano de Morelia, en Michoacán, Carlos Garfias Merlos.
La mañana de ayer el Pontífice celebró una misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro del Vaticano y, como es tradición, otorgó esa banda blanca con cruces negras a los arzobispos del mundo designados en sus puestos en los 12 meses pasados.
Entre los 36 clérigos de los cinco continentes que asistieron a la celebración para recibir el Palio, símbolo de unión con el papado de Roma, estuvo monseñor Garfias, ya pastor de Acapulco y designado al frente de Morelia el 6 de noviembre de 2016.
Durante el sermón de la misa, el Papa instó a los presentes a cuestionarse si son “cristianos de salón”, que “chismean sobre cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo”, o verdaderos “apóstoles en camino que confiesan a Jesús con la vida porque lo tienen a él en el corazón”.
“Quien confiesa a Jesús sabe que no está obligado solamente a dar una opinión, sino a dar la vida; sabe que no puede creer en modo tibio, sino que está llamado a quemase por amor; sabe que en la vida no puede flotar o acomodarse en el bienestar, sino que debe correr el riesgo de dejar la orilla, dándose cada día”, dijo.
“Quien confiesa a Jesús debe seguirlo hasta el final, no hasta un cierto punto sino hasta el final, y lo sigue en el su camino y no en el propio. Su camino pasa a través de la cruz y las persecuciones”, agregó, hablando en italiano.
Más adelante constató que en la actualidad, en varias partes del mundo, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, hechos objeto de violencias, incluso mortales en medio de un clima de silencio cómplice.
Estableció que soportar el mal no significa sólo tener paciencia y seguir adelante con resignación, sino soportar e imitar a Jesús: es llevar el peso, llevarlo sobre la espalda por uno y por los demás.
“Es aceptar la cruz, yendo adelante con confianza porque no estamos solos: el señor crucificado y resucitado está con nosotros. Así, con san Pablo, podemos decir que en todo estamos turbados, pero no aplastados, conmovidos pero no desesperados, perseguidos pero no abandonados”, estableció.
Como parte de la celebración de ayer, artesanos italianos decoraron la Santa Sede con tapetes multicolores realizados con flores, granos y aserrín.
Desde la noche del miércoles los artistas trabajaron en varias imágenes colocadas en la Plaza Pío XII, justo frente a la Plaza de San Pedro, donde Francisco celebró su misa multitudinaria.
Los seis cuadros con diversos motivos, entre ellos la imagen de la Virgen de los Desatanudos (muy venerada en Buenos Aires y “favorita” del Sumo Pontífice), captaron la atención de turistas, curiosos y fieles.
Una de las obras fue dedicada a las poblaciones italianas de Amatrice y Norcia, golpeadas hace algunas semanas atrás por un violento terremoto.
Conocida como la “infiorata” (“florecida”), la manifestación histórica llegó a su séptima edición y recoge una antigua usanza, que durante décadas permaneció olvidada.
La primera de estas actividades data del año 1625, cuando el responsable de la Florería Vaticana, Benedetto Drei y su hijo Pietro, quisieron rendir homenaje al Papa Urbano VII con una serie de obras “en forma de mosaico”.
El famoso artista y arquitecto Gian Lorenzo Bernini, ideador de la Columnata de San Pedro, siguió la tradición iniciada por Drei, divulgando este arte floral a otras poblaciones de los Castillos Romanos, zona ubicada al sur de la capital italiana.
A partir de Roma, otras fiestas similares se difundieron por toda la Península Itálica mientras, justamente en la capital, la costumbre terminó paradójicamente por desaparecer.
Commenti